Apenas faltan dos días para el sábado,1 de septiembre,
cuando entrará en vigor la lista de medicamentos que quedarán excluidos de la
prestación farmacéutica.
Como
profesional sanitaria me preocupa como los pacientes están respondiendo a las
medidas adoptadas por el gobierno, ya que diariamente los farmacéuticos que
estamos a pie de calle en el mostrador
de la oficina de farmacia vemos que hay
gente que deja de tomar la medicación porque debido a sus dificultades económicas no tienen dinero para pagarla. Y esos, son casos reales de
afectación de la calidad.
Por
eso me intranquiliza esta medida de exclusión de la financiación pública de 417
medicamentos, ya que va a suponer, o bien que el paciente deje de tomar esa
medicación adecuada para él según la prescripción de un facultativo, o bien
supondrá un desembolso económico importante, sumado ya al que ya están realizando
por la implantación del copago. Estoy segura de que los medicamentos
desfinaciados subirán de precio, perjudicando una vez más a los pacientes más
desfavorecidos económicamente.
Para
mí es injusto pagar por fármacos que se utilizan para “síntomas menores”, ya
que un síntoma menor puede dejar de serlo según las circunstancias en las que
se presente.
Es decir, no tiene la misma consecuencia para
la salud una tos leve en un resfriado, que una tos incapacitante que impida el
descanso en un adulto sano, que en un paciente con cardiopatía isquémica o con
riesgo de dehiscencia de suturas.
En
el caso de los antitusivos, no sé porqué un medicamento que es considerado
esencial por la OMS, como es el dextrometorfano, se incluye en la lista de los
medicamentos desfinanciados.
Se
corre el riesgo de que pacientes con bajo poder adquisitivo y “síntomas
menores”, no tengan acceso a medicamentos de primera elección, ya que la falta
de tratamiento puede derivar en que si no se trata a tiempo, desencadenaría un
proceso más grave con posibilidad de un ingreso hospitalario, que tiene un coste muy superior al posible ahorro
generado por la desfinanciación, con lo cual el incremento del gasto en
medicamentos sería superior al ahorro buscado.
También creo que esta medida puede favorecer mayores gastos para
el sistema sanitario como consecuencia de un deslizamiento de la prescripción
hacia productos financiados y más caros, pudiendo así quedar en entredicho el ahorro del Sistema Nacional de Salud .
Por ejemplo, la desfinanciación de analgésicos tópicos, puede provocar que los pacientes
demanden tratamientos orales con más efectos secundarios.
Uno
de los grupos que desde mi punto de
vista debería seguir siendo financiado es sin duda el de los mucolíticos, cuyo
uso es muy valioso según la ficha
técnica, como tratamiento coadyuvante en los procesos respiratorios tales como
EPOC o enfermedad pulmonar obstructiva crónica, en fibrosis quística, en enfisema, en atelectasia debido a obstrucción mucosa, y en bronquitis aguda y crónica, procesos que cursan todos ellos con hipersecrección mucosa excesiva o espesa.
Creo
que en las excepciones que se recogen en la resolución deberían al menos incluirse más grupos de
medicamentos excluidos de la financiación, o sencillamente que se haga un
uso racional de estos medicamentos, atendiendo a lo recogido en sus fichas
técnicas.
Quizá
me marca en mis opiniones que ejerzo mi profesión de farmacéutica en un barrio de una pequeña capital de provincia y, todos los días desde el mostrador de la oficina de farmacia, me convierto en testigo y en ocasiones confidente de la situación económica
de los ciudadanos,que son mis vecinos y vecinas, personas como Trini, Oliva, Manuel, José, Daniel y muchos más...
Por eso sinceramente, estoy convencida de que con la desfinanciación nos
enfrentamos a una nueva desigualdad entre pacientes, marcada por su poder
adquisitivo, que sumado al copago supondrá una barrera más en el acceso a los
medicamentos.
En tiempos de engaño universal,decir la verdad se convierte en un acto revolucionario.
George Orwell.
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